jueves, 16 de octubre de 2008

Payasito



La soledad es gratuita y no necesita invitación, pero en este payasito en particular no le daba cabida a tal gracia, era un claun que no necesitaba esta sensación, su trabajo era apasionante pero su deber era hacer relucir aquellas capas de porcelana bucal de los niño(a)s, causaba mucha gracia su trabajo, pero no era para menos por que tenia el don, el tiempo transcurrió cuantas hojas cayeron los días también, ya en uno de esos pétalos de invierno le propusieron trabajar en un ruedo, donde los caballos salvajes eran la gran atracción, y los payasos era los Ángeles salvadores de estos corajudos jinetes, un caballo enloquecido podria patear sin cesar y podría pisar a los hombres caídos, nuestro payasito con su vestimenta pintoresca hacia que estos animales sean atraídos y poder salvar una vida mas, le encanto la labor, vio que era una oportunidad y encontró que era su esperada misión, arriesgaba cada día su vida por otros, ya pasando algunos años como hojas en otoño, se dio cuenta que el cuerpo no resisita como aquellos días mozos donde las narices eran rojas, y opto en aquella soledad a la que había sido mezquino, reflexionar en retirarse del trabajo abnegado, ya viejo pero con la sonrisa todavía firme me comento que cuando joven dijo :” Si alguna vez no pudiese mi cuerpo emocionalmente o físicamente responder a las expectativas de la importancia de mi trabajo , optaría por retirarme”, y en mi pensé cuantos de nosotros no le damos cabida un poco a la soledad y meditar de nuestro trabajo… vale que el silencio ensordece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantó esta lectura; muy buena realmente, la soledad es gratuita hay veces en la que pensamos que por el hecho que vivimos con tanta gente a nuestro alrededor no estamos solos, y es que la soledad no solamente se encuentra cuando no hay nadie, la soledad se lleva dentro.

Alguna vez sentí estar tan solo,
que me inundaba en la tristeza.
estuve a punto de volverme loco.
y no había sonrisa que alegrara mi pena.

Alguna vez amé a quien nunca debí,
sin creer que algún día me hiciese sufrir,
ahí descubrí que la vida no era fácil de vivir
y que el amor va más allá de un simple sentir.

Alguna vez vi mis ojos brillar de tanta alegría,
y en un segundo opacarse por un amor que se iba.
Observe tantos sueños que en mis manos se perdían,
y vi estrellas en el cielo que nunca se encendían.

Alguna vez dejé de creer en el verdadero amor,
y hasta llegué a pensar que era sinónimo de dolor.
Pero hoy ya no importa lo que en ayer perdí o padecí,
pues todo era un puente para que llegaras a mi existi