martes, 16 de febrero de 2010

69


El furtivo hombre de saco color plomo, tenia la mirada de un cazador, observaba el reloj constantemente, molesto por que habían ya pasado 10 minutos de su llegada, viraba de un lado a otro, el reloj incontrolable, las manecillas no eran mas que indicadores que el esperar era un dolor de muela, debajo de un faro a media luz crujía los últimos caramelos con mentol, la espera de esperar...en la otra esquina se venia venir una moza de atrevido escote, de cabellos castaños, de tez canela, de mirada tranquila, ella miraba de una lado a otro, como buscando al sol escurridizo en un otoño fermentero.

Se encontraron en la calle, alguien diría una casualidad, aun conservaba esa mirada, un hola y una mirada romántica, la morena se tiro el cabello para atrás destilando seducción, se acerco al tipo debajo de las sombras, este la miro, ella por su parte se dio una lanza con una cachetada y le obsequio un beso, esos besos que te dejan dependiente de mas, el labio fue mas que un por que?, el tipo le cogio la mano y fuero a un bar cercano, entres whiskys y cocas paso la noche, fue como un fin de semana, no se dejaron ir..., pasadas las 12 pm de despidieron, promesandose que volvería a ocurrir una escena como esta, jurando amor de esos vanos y tibios, de una amor eterno, de esos que las miradas son pasajeras, de esos cuando el extasis pierde su veneno...

Él volvía a su casa, abre la puerta principal y observa a su bebe con su madre durmiendo en su cama, como la distancia de la conciencia y la razón, deja de una lado el beso de buenas noches, solo atina a cubrir a sus seres queridos, se dirige a la cocina, extrae de la refrigeradora una vaso de leche, la calienta en su microonda, se sienta y la bebe lentamente, como recordando el mojado encuentro, donde se moja las lagrimas de su corta conciencia, piensa en lo maltratante que es su esposa hacia él, preocupado y dando vistos de una excusas, desea dejar en pensar en la bebé, cambiándola por la frivolidad y la lujuria de su razón, una razón que es furtiva como los encuentros con la morena, de pronto como guiado por la coincidencia, observa en el refrigerador una lamina pegada, y solo divisa dos números 6 y 9, le pareció curioso, solo pasa a revisar el texto y se da con la dura verdad, que no la percibía como tal.

Una verdad que él era parte, una familia, una bebe que solo su sonrisa lo haría doblar, pero quedaba perplejo de ese numero 69, llegaba a su cama a descansar de solo cuerpo, por que a su alma solo le daba una somnífero, para no despertarlo... solo pensaba en ese número que era su tormento, hasta que el sueño del trabajo arduo dio sus tumbos, al día siguiente a su esposa dio la explicación de los amigos y de un encuentro fortuito, como si el destino deparaba escaramuzas a la fidelidad...

En una noche de aquellas, la morena le dio la ingrata noticia, que se encontraba embarazada, el tipo dio espasmos a cielo, entre sonadas y palmadas pidió el aborto prematuro, ella no lo permitió, por que una verdadera madre no se rige bajo ordenes, tan solo bajo su instinto del corazón, los sollozos ojos de la morena daban luces de una conversación acalorada, no podían créelo, se largo con lagrimas en el viento, explicándose el proceder de su amante.

El por su parte se fue a su casa, tomando rumbo a la cocina para tomar su vaso de agua, tocándose la cabeza y golpeando la mesa, no creía lo que escuchaba en sus recuerdos, levantando la mirada vio de nuevo ese número, agarro el papel y con mirada temblorosa lo siguió observando, sus lagrimas caían en una vano rescate de su futuro, pensando en voz alta y llevando a su pecho el papel y retorciéndolo hasta arrugarlo por completo solo expiro diciendo "Si te hubiera hecho caso, solo si te hubiera hecho caso, los mandamientos que no cumplí".

1 comentario:

Unknown dijo...

Los actos impupor y los pensamientos impuros siempres estan con nosotros en día a día, si los sigues o no eso ya depende de al persona.