jueves, 4 de febrero de 2010

La Tranza


El recorrido de mi domicilio al trabajo es de una 1 hora y media, es un monumento a lo monótono, el momento de una cita en un hospital público, era la cola del pan de la esquina, era la danza perturbadora del caracol pasando por la pista, estaba sentado detrás de un chofer de condición humilde, y que pedía a gritos un baño, (la esclavitud de todo ser humano, condenado al aseo).
La música del momento daba en la frecuencia radial, programado por nuestro improvisado DJ (El chofer), la música del recordado Chacalon el trovador del pueblo que daba su oda al trabajo y al provinciano marginal, el trayecto no iba con ninguna variante, salvo por mi idea que las esquinas dejaran de ser tan chuecas y ver alguna vez una esquina enderezada.
Un semáforo daba rojo, el chofer dado de osado dio puntapié a su acelerador para que el tiempo no lo atrapara, cruza raudamente por la pista, al costado derecho un policía le sale al frente, lo observa y da una indicación que debe estacionarse al costado.
Todos los pasajeros mirando el hecho, algunos le gritaban al policía que los dejara trabajar, que se apurara, “hogar dulce hogar…”; el guardia del orden se pone al costado del chofer y le pide sus papeles, este ni corto ni perezoso lanza loas al Policía, se disculpa de la acción, por no mirar a un lado, o al otro, poco a poco se convierte en un lisonjero a la medida de la circunstancia, al ver que no daba efecto la verbogracia barrial, le dice “Disculpe Jefe, se me olvido darle este documento”, debajo del papel señalado había un billete, un billete con algún presidente que no recuerdo (“será por que me pagan con vice-presidentes?”) , el Policía observa la temeraria maniobra del chofer, este coge el documento(“otro mas que entra en el saco de la corrupción, barata y deseada”), y deja caer el billete, el Policía fija su mirada a unos niños del lugar y les pide que saquen ese papel de su vista y se lo lleven, los pillos apresuran el paso y el mas vivo consigue el premio y sale corriendo, no sin antes diciendo “gracias”,la cara del Chofer dio matices de rojo, morado y verde, su boca no dejaba de cerrar, el Policía dio la papeleta de rigor y dio por finalizado su trabajo, dando su retiro por el otro carril.
El chofer no salía de su asombro, solo dio un chasquido con los dedos y dijo “Me toco un buen Policía, caray”, en el carro donde estaba el hecho era la comidilla de todos los pasajeros que hablaban de momento, y yo…..pensaba “un caso atípico para un día típico”.

Dedicado a la Policía.